•      A la montaña he subido, satisfecho el corazón.
    En su amplitud, desde allí, puede verse la ciudad:
    un purgatorio, un infierno, burdel, hospital, prisión.

         Florece como una flor allí toda enormidad.
    Tú ya sabes, ¡oh Satán, patrón de mi alma afligida,
    que yo no subí a verter lágrimas de vanidad.

         Como el viejo libertino busca a la vieja querida,...

  • Ahora sí que eres mía... En el sepulcro
    Puedo llorarte solo mi Lucila.
    Te envenenó el gusano, rico, enfermo,
    Pero tu estrella para mí rutila.

    En las joyantes noches del estío,
    Cuando era tu vivir una alborada
    teñida cual las plumas de un flamenco
    Por una luz dulcísima y rosada;

    Tu amor fue mi perfume, mi esperanza,
    La novela de mi alma,...