El joven Melibeo
guiaba su rebaño
por la frondosa orilla
de cierto río tortuoso y claro.
Al pie de una alta haya, 5
en el sombrío campo,
se sienta, y le rodea
paciendo mansamente su ganado.
En el cantar, maestro,
y en la zampoña, sabio, 10
sus versos pastoriles
entona diestramente acompañado.
Mirlos y...
-
-
Este amor, que yo alimento
de mi propio corazón,
no nace de inclinación,
sino de conocimiento.Que amor de cosa tan bella,
y gracia, que es infinita,
si es elección, me acredita,
si no acredita mi estrella.¿Y qué deidad me pudiera
inclinar a que te amara,
que ese poder no tomara
para sí, si le tuviera?Corrido, señora...