• ¡Ah mundo! La Negra Juana,
    ¡la mano que le pasó!
    Se le murió su negrito,
    sí señor.

    —Ay, compadrito del alma,
    ¡tan sano que estaba el negro!
    Yo no le acataba el pliegue,
    yo no le acataba el hueso;
    como yo me enflaquecía,
    lo medía con mi cuerpo,
    se me iba poniendo flaco
    como yo me iba poniendo.

    Se me murió mi negrito;...