No muera, amigos, en el pecho helado
tímido el fuego creador del genio:
llega el momento en que la lira el libre
cántico suene.
Ese que os hizo de abundante vena
rico presente la deidad del Pindo,
no es vuestro sólo; de la patria es feudo:
ella lo pide.
«¡Ay! ¡De la patria!..., preguntar os oigo:
¿Dó está la patria?... Al corazón no llega...