• ¡Oh tú!, el más sabio y el más hermoso de los Ángeles,
    Dios traicionado por la suerte y privado de alabanzas,

    ¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!

    ¡Oh, Príncipe del exilio al cual se ha agraviado,
    Y que, vencido, siempre te yergues más fuerte!

    ¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!

    Tú que sabes todo, gran rey de las cosas subterráneas,
    ...