• ¡Ah!, queréis saber por qué hoy os aborrezco. Más fácil os será comprenderlo, sin duda, que a mí explicároslo; porque sois, creo yo, el mejor ejemplo de impermeabilidad femenina que pueda encontrarse.

    Juntos pasamos un largo día, que me pareció corto. Nos habíamos hecho la promesa de que todos los pensamientos serían comunes para los dos, y nuestras almas ya no serían en adelante más...

  • A M. Joseph Stevens.

    Nunca me avergoncé, ni aun delante de los escritores jóvenes de mi siglo, de admirar a Buffon; mas hoy no he de llamar en mi ayuda al alma de ese pintor de la Naturaleza pomposa. No.

    De más buena gana me dirigiría a Sterne, para decirle: «¡Baja del Cielo, o sube hasta mí de los Campos Elíseos, para inspirarme en favor de los...

  • Decíase él, paseando por un vasto parque solitario: «¡Cuán bella estaría con un traje de corto, complicado y fastuoso, bajando, a través de la atmósfera de una bella tarde, los escalones de mármol de un palacio, frente a extensas praderas de césped y de estanques! ¡Porque tiene naturalmente aspecto de princesa!»

    Al pasar más tarde por una callo detúvose ante una tienda de grabados, y...

  • A Víctor Hugo

    Hormigueante ciudad, llena de sueños,
    Donde el espectro en pleno Día agarra al transeúnte!
    Los misterios rezuman por todas partes como las savias
    En los canales estrechos del coloso poderoso.

    Una mañana, mientras que en la triste calle
    Las casas, cuya...

  • Durante quince días me recluí en la habitación, rodeado de los libros de moda entonces -hará diez y seis o diez y siete años-; quiero decir de los libros en que se trata del arte de hacer a los pueblos dichosos, buenos y ricos en veinticuatro horas. Había, pues, digerido -es decir, tragado- todas las elucubraciones de esos contratistas de la felicidad pública de los que aconsejan a todos los...

  • Dime, ¿a veces, tu corazón no vuela, Ágata,
    Lejos del negro océano de la inmunda ciudad,
    Hacia otro océano donde el resplandor estalla,
    Azul, claro, profundo, como la virginidad?
    Dime, ¿a veces, tu corazón no vuela, Ágata?

    ¡La mar, la mar inmensa, consuela nuestros desvelos!
    ¿Qué demonio ha dotado a la mar, ronca cantante
    Que acompaña el inmenso...

  • Fanciullo era un admirable bufón, casi un amigo del príncipe. Mas, para las personas consagradas a lo cómico por profesión, lo serio tiene atractivos fatales, y por raro que pueda parecer que las ideas de patria y de libertad se apoderen despóticamente del cerebro de un histrión, un día Fanciullo tomó parte en cierta conspiración tramada por algunos señores descontentos.

    En todas partes...

  • Como bestias meditabundas sobre la arena tumbadas,
    Ellas vuelven sus miradas hacia el horizonte del mar,
    Y sus pies se buscan y sus manos entrelazadas
    Tienen suaves languideces y escalofríos amargos.

    Las unas, corazones gustosos de las largas confidencias,
    En el fondo de bosquecillos donde brotan los arroyos,
    Van deletreando el amor de tímidas infancias...

  • A la pálida claridad de las lámparas mortecinas,
    Sobre profundos cojines impregnados de perfume,
    Hipólita evocaba las caricias intensas
    Que levantaran la cortina de su juvenil candor.

    Ella buscaba, con mirada aún turbada por la tempestad,
    De su ingenuidad el cielo ya lejano,
    Así como un viajero que vuelve la cabeza
    Hacia los horizontes azules...

  • Grandes bosques, me espantáis como catedrales;
    Aulláis como el órgano; y en nuestros corazones malditos,
    Estancias de eterno duelo donde vibran viejos estertores,
    Responden a los ecos de vuestros De profundis.

    ¡Yo te odio, Océano! tus saltos y tus tumultos,
    Mi espíritu en él los recobra. Esta risa amarga
    Del hombre vencido, lleno de sollozos y de insultos,...