Tu beldad seductora me convida
con un mundo de dicha y de placer:
pero yo, en cambio, a tu serena vida
sólo puedo dolores ofrecer.

¡Ah! no juntes tu suerte con mi suerte,
ve que te diera mi destino horror:
mi amor, señora, es el dolor, la muerte;
huye...

Si de cristal transparente
Fuera el hombre, y si se viera
por esa viva vidriera
cuanto quiere, piensa y siente;
¡Cuán crecida turba impía
de males varios, ahora
del mundo reina y señora,
entonces ser no podría!
No hubiera boca embustera,
ni...

En ti se exceden las divinas manos,
mundo feliz que adivinó Colon:
tus mares dos inmensos océanos,
y tus lagos y ríos mares son.
Altísimas se yerguen tus montañas,
que el cielo tocan con su blanca sien,
y es oro lo que esconden sus entrañas
que arena de...

Siempre que miro, Clorinda,
tu hermosura, te cotejo
con el indio tominejo,
por lo pequeña y lo linda:
por su pequeñez graciosa,
entre las flores semeja,
aún más que pájaro, abeja
o brillante mariposa.
Es su pico fina aguja,
dos puntos sus...

Descubridor de un mundo y adivino,
¡quién añade a mi lira cuerdas nuevas!
¡quién da a mis manos el laúd divino
del lírico de Tebas,
o de aquel por quien osa
la palma a Tebas disputar Venosa!
¡Lograra entonces con ingenio y arte
dignos de tu grandeza...

Razón, consuelo, has tenido
al decir que tu traslado
ningún artista ha logrado
que te salga parecido.
Pero no es justo que estés
demostrando airado pecho
con ellos, por no haber hecho
lo que posible no es:
ya que cincel y pinceles
en tu...

Cual voluble mariposa,
en bellísimo jardín,
va del clavel al jazmín
y del jazmín a la rosa,
así tú, bella liviana,
con versátil proceder,
hoy mudas tu amor de ayer
y el de hoy mudarás mañana.
No tanta de estrellas es
la hueste en noches...

Tal vez a celebrarte
me arrastra ardiente irresistible afecto:
mas, vanos numen y arte,
remeda mi imperfecto,
canto el zumbido de volante insecto.
En corto labio humano
mal el loor de tus grandezas cabe;
en Sión y a ti cercano,
el serafín te alabe...

I

Despierta, y apercibe
la llama toda que en tu pecho vive;
tu esfuerzo dobla y tu valor, oh Musa,
por que con canto más sublime y grave
Hoy a cantar a tu Señor te atrevas:
¡Quién a mi labio enseña voces nuevas
dignas de su poder, con que le...

Mi triste rostro riego
de ardiente lloro en incesable río:
perdona a un flaco y ciego;
pequé: pecar es mío,
y es tuyo perdonar, Dios blando y pío.
Que siempre te has preciado
más que de ser inmenso, omnipotente
autor de lo creado,
de perdonar...