¡Amar sin esperanza y con delirio,
comprimir en silencio una pasión...!
No puede el mismo Dios otro martirio
más terrible imponer a un corazón.
¿Por qué te vi, para tormento mío,
por qué un instante nos juntó la suerte,
¡ay!, si es verdad que mi destino impío
de ti me ha de apartar hasta la muerte?
El alma, apenas la visión primera
...