• I
    No bulle
    la selva;
    el campo
    no alienta.
    Las luces
    postreras
    despiden
    apenas
    destellos,
    que tiemblan.
    La choza
    plebeya,
    que horcones
    sustentan;
    la alcoba,
    que arrean
    cristales
    y sedas;
    al sueño
    se entregan.
    Ya es todo
    tinieblas.
    ¡Oh noche
    ...