Ya en la otoñal y hermosa alameda
vuelan los últimos cálices de oro
y en tus nerviosas pestañas de seda
queda temblando una lágrima de oro.

El surtidor su romanza masculla,
siempre más triste en la noche cercana,
—Dime, Princesa, la historia que arrulla...

El pálido Infante
una extraña locura tenía,
el pálido Infante
poseer una estrella quería...

Para curar su mal, el Rey hizo venir
de un imperio lejano a la Infanta más bella,
pero, el Príncipe, al ver sus ojos de zafir,
se acordó de la estrella...

...