• Ese coral venturoso,
    Que para aseos de un lazo
    Pudo llegar a tu brazo,
    Siendo por necio dichoso;
    ¡Oh cómo brilla glorioso,
    Abonando su fineza,
    Con tu divina belleza!
    Pues ya debe su valor
    A tu boca la color,
    A tu pecho la dureza.