• En el nuevo jardín de mis amores
    y entre sus laberintos más espesos,
    enojos dando a pudibundas flores,
    con vivos y purpúreos resplandores,
    se abrió el rojo capullo de los besos.

    Y aquellas flores castas: las ternuras,
    las confidencias, al sentirse solas
    por mi abandono, avergonzadas, puras,
    ante la flor sangrienta, sus blancuras...