Dos puñales agudos
templados al fuego,
yo quisiera clavarte en los ojos,
azules y grandes rincones de cielo;
sacar los puñales
después, los terribles puñales de acero,
ver en tus cuencas vacías y oscuras
resbalar dos raudales sangrientos…
Y ver los abismos
helados y negros,
que a través del cristal de esos ojos
(extintos a...