Ven Himeneo, ven Himeneo.
Un feliz joven
ya dobla el cuello
al dulce yugo
de un amor tierno;
ya en sus altares
quema el incienso,
y ardientemente
clamar le veo:
Ven Himeneo, ven Himeneo.
Todos se rinden
hoy a tu imperio,
y alegres viven
con ser tus siervos.
Sin ti los prados
quedaran secos,
ni...