• ¡Si yo tuviera aliento como el águila
    que se remonta a la región azul,
    me elevaría a la mansión espléndida
    donde se sienta el Padre de la luz!

    Y postrado a sus pies como los ángeles
    que bendicen su altísima bondad,
    le pidiera la música del céfiro
    y el murmullo pacífico del mar;

    le pidiera la voz dulce y monótona
    del viento en la desierta...