• De cuando en cuando, un hálito de fuego,
    llega hasta mí y el corazón me abrasa;
    quema mi frente pensativa y pasa
    como un aroma por mis labios, luego.

    Pierde entonces mi espíritu el sosiego
    y huye de mí… los ámbitos traspasa
    y llega hasta la verja de tu casa
    donde escuché al partir… t‘último ruego!

    Aquel, «¡No me abandones!» que dijiste
    ...