• ¡De nuevo son las rosas de Octubre, Otoño mío...!
    Han escondido el sol en una cueva obscura...
    y los pálidos dedos del inmortal Hastío
    estrujan –rosa seca– mi pasada ventura.

    ¡Lacerante recuerdo de la extinta dulzura
    que torna vanamente al corazón vacío...!
    Perdimos el sendero y la noche perdura
    –¡la noche!– y aún no brilla tu luminar, ¡Dios mío!...