• ¿Y eres tú Dios? ¿A quién podré quejarme?
    inebriado en tu gloria y poderío.
    ¡ver el dolor que me devora impío
    y la mirada de piedad negarme!

    Manda alzar otra vez por consolarme
    la grave losa del sepulcro frío,
    y restituye, oh Dios, al seno mío
    la hermana que has querido arrebatarme.

    Yo no te la pedí. ¡Qué! ¿es por ventura
    ...