•     Es fuerza que te diga, caro Olmedo,
     que del dulce solaz destitüido
     de tu tierna amistad, vivir no puedo.
       
        ¡Mal haya ese París tan divertido,
     y todas sus famosas fruslerías,
     que a soledad me tienen reducido!
       
        ¡Mal rayo abrase, amén, sus Tullerías,
     y mala peste en sus teatros haga
     sonar, en vez de amores,...