¡Ah! ¿Qué mucho que al Sol que subía
se plagiara en divino esplendor
alma en quieto remanso la mía,
por abril, entre ramos en flor?
No cayera por brusca pendiente,
y sería, como ante quizá,
linfa pura y festiva el torrente
que frenético y túrbido va.
Envidiosos me culpan con saña
y me niegan al par honra y fe...
¡Estupenda y...