• El misterio nocturno era divino.
    Eudora estaba como nunca bella,
    y tenía en los ojos la centella,
    la luz de un gozo conquistado al vino.

    De alto balcón apostrofóme a tino;
    y rostro al cielo departí con ella
    tierno y audaz, como con una estrella...
    !Oh qué timbre de voz trémulo y fino!

    ¡Y aquel fruto vedado e indiscreto
    se puso el manto,...