Un tejedor tenía
de poca edad dos niños inocentes
con los cuales dormía,
por ser tan corto en bienes de fortuna
que no había más cama ni más cuna.
Una noche de frío
se arrimó a la parienta su pariente
por gozar del estío,
pues a todo casado se permite
que cuando tenga frío se lo quite.
Empieza la tarea,
y tan a pecho...