Tenía cierto pobre vergonzante
una alforja detrás, otra delante,
y colocaba con cuidado en ellas
a dos hijas muy bellas,
que muchos para mover los corazones
suelen valerse de tales aprensiones,
o por mejor guardallas o escondellas.
Le preguntó un curioso: -¿ Son doncellas?
A lo que respondió como hombre ya maduro:
-Por la que va...