• Ya toda me entregué y dí,
    y de tal suerte he trocado,
    que mi Amado es para mí
    y yo soy para mi Amado.

    Cuando el dulce Cazador
    me tiró y dejó herida,
    en los brazos del amor
    mi alma quedó rendida;
    y, cobrando nueva vida,
    de tal manera he trocado,
    que mi Amado es para mí
    y yo soy para mi Amado.

    Hirióme con una flecha
    ...