• Es la existencia un cielo,
    cuando el alma soñando embelesada,
    con amoroso anhelo,
    en los ángeles fija su mirada.
    ¡Feliz el alma que a la tierra olvida
    para vivir gozando!
    ¡Quién pudiera olvidarse de la vida!
    ¡Quién pudiera vivir siempre soñando!

    En esa estrecha y mísera morada
    es un sueño engañoso la alegría;
    la gloria es humo y nada...