Hiere, hiere, ¡oh Dolor! He, aquí desnudo
mi inerme pecho: el protector escudo
que en otro tiempo rechazó tus dardos,
roto en pedazos estalló a tus golpes,
y contra ti ya nada me defiende.
¡A ti me entrego en mi fatal despecho!
Hiere, pues, rompe, hiende,...

Con motivo de una fiesta celebrada en su
    estancia en honor de su nietita
             Marta Etchepare

  Jué al ñudo, Dotor, su envite;
Conformesé con mi ausencia,
La gambeta no me almite.
Pa mi gusto hubo palpite
En esa...

El Uno te ilumina con su ardor,
El otro en ti te pone su duelo, ¡Natura!
El que dice a uno: ¡Sepultura!
Dice al otro: ¡Vida y esplendor!

Hermes desconocido que me asistes
Y que siempre me intimidas,
Tú me haces al igual de Midas,
El más triste de los...

Sólo la voz de mis gemidos suena
madre del corazón, en la morada
ayer no más de tu presencia llena,
y hoy sola y taciturna y enlutada.
Ayer no más la henchía de contento
el son más regalado a nuestro oído
la música divina de tu acento
por cuatro...

Quisiera esta tarde divina de octubre
Pasear por la orilla lejana del mar;

Que la arena de oro, y las aguas verdes,
Y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
Como una romana, para concordar

Con las grandes olas, y las rocas...

Los sanos optimismos de mis mejores días,
aquellas soñaciones, perfume de mis años,
se van desvaneciendo con las melancolías
de las desilusiones y de los desengaños.

Jardines florecientes... aromas... luz de luna...
el parque rumoroso teñíase de plata;
los...

EN MI DOLOR PUSISTEIS...

En mi dolor pusisteis vuestro cordial consuelo;
en vuestro hogar mis penas encontraron un nido;
para mi soledad, vuestras almas han sido
como dos alas...

 El negro manto que la noche umbría
Tiende en el mundo a descansar convida,
Su cuerpo extiende ya en la tierra fría
Cansado el pobre y su dolor olvida.

 También el...

Yo no sé lo que busco; mis anhelos son vagos,
descontento de todo cuanto existe en la vida,
pretendo hallar en vano la forma de los lagos;
y sentir como sienten casi todos los hombres,
y pensar cómo piensan los que llámanse cuerdos,
para de esta manera sepultar los...

A don Juan Valera

 

 Rugió la tempestad; y yo, entretanto,
 del monte al pie, la faz sobre la palma
 vertiendo acerbo inextinguible llanto,
 quedé en su pena, adormecida mi alma;
 cuando cesó...