• Madre divina del alado niño,
    oye mis ruegos, que jamás oíste
    otra tan triste lastimosa pena
    como la mía.

    Baje tu carro desde el alto Olimpo
    entre las nubes del sereno cielo,
    rápido vuelo traiga tu querida
    blanca paloma.

    No te detenga con amantes brazos
    Marte, que deja su rigor al verte,
    ni el que por...