• ¡Oh dulce Lanz! Mi juventud lozana
    ya para siempre huyó, cual agostada
    rosa, que brilla sólo una mañana.

    Cerca está ya de mí la fatigada
    corva vejez, de muerte precursora,
    de achaques y quebrantos rodeada.

    ¿Dó estás, oh juventud? ¿Dónde está agora
    de aquel semblante mío la frescura?
    ¿Dónde del claro Tormes la pastora

    ...