¿A qué es puertas y ventanas
clavar con tanto rigor,
si de par en par abiertas
tengo las del corazón?
Así, con su madre a solas
lamenta su reclusión
la bella niña cenceña,
la del quebrado color,
de amargo llanto los ojos,
el pecho lleno de amor,
y de par en par abiertas
las puertas del corazón.
¡Madre, la mi madre, dice,...