• Ya no guardas las huellas de mis pasos,
    ya no eres mío, idolatrado Ancón.
    Que ya el destino desató los lazos
    que en tu falda formó mi corazón.

    Cual centinela solitario y triste
    un árbol en tu cima conocí:
    allí grabé mi nombre, ¿qué lo hiciste?,
    ¿por qué no eres el mismo para mí?

    ¿Qué has hecho de tu espléndida belleza,
    de tu hermosura...