• En el regazo de la tarde triste
    yo invoqué tu dolor... Sentirlo era
    ¡Sentirte el corazón! Palideciste
    hasta la voz, tus párpados de cera.

    Bajaron...y callaste...Pareciste
    oír pasar la muerte...Yo que abriera
    tu herida mordí en ella -¿Me sentiste?-
    ¡Como en el oro de un panal mordiera!

    Y exprimí más, traidora, dulcemente
    tu corazón herido...