• ¡Qué calor!... Sudando llego,
    por la empinada montaña
    resbalando,
    a este valle que en sosiego
    tu corriente, ¡oh Pusa!, baña
    susurrando.

    Déjame un rato olvidar
    en tus orillas mis penas,
    y el sediento
    labio en tus ondas mojar,
    y en tus húmedas arenas
    dame asiento.

    Tu raudal, de ese elevado
    monte al Tajo, en raudo...