• ¡Oh! tarde dolorosa que con tu cielo de oro
    finges las alegrías de un declinar de estío.
    ¡Tarde! Las hojas secas en su doliente coro
    van llenando mi alma de un angustioso frío.

    La risa de la fuente me parece ser lloro;
    el aire perfumado tiene aliento de lirios;
    añoranzas me llegan de unos viejos martirios
    y a mi mente se asoman unos ojos que adoro...