• Pálida, en la penumbra de un fugitivo ensueño,
    igual que un lirio triste al claror de la luna,
    te miré en una noche, desnudando el sedeño
    ropaje coronado por tu melena bruna.
    Me acerqué... Desflorando mi boca tu risueño
    pudor (¡oh, primavera!), te quise y fuiste mía.
    Tus esquivas caricias son sólo un loco sueño
    que ahuyenta lo brumoso de mi melancolía...