• Bajo la alta bóveda de una vieja iglesia,
    Entre antorchas de cera, ardiendo con grandes llamas,
    Se queda estirada, en ropas blancas, la cara hacia el altar,
    La novia de Arald, dueño de los ávaros;
    Lenta, profundamente suenan los cantos de los clérigos.

    Sobre el pecho de la muerta luce un rosario de piedras
    Y su pelo de oro fluye desde el sepulcro hasta la...