Para Ernesto Christophe

Como un viviente, arrogante de su noble estatura,
Con su gran ramillete, su pañuelo y sus guantes,
Ella tiene la indolencia y la desenvoltura
De una coqueta...

¡Cómo me agrada ver, querida indolente,
De tu cuerpo tan bello,
Como una estofa vacilante,
Reverberar la piel!

Sobre tu cabellera profunda,
De acres perfumes,
Mar oloroso y vagabundo
De olas azules y sombrías,

Cual un navío que se despierta...