• ¡Oh, finales de otoño, inviernos, primaveras cubiertas de lodo,
    Adormecedoras estaciones! yo os amo y os elogio
    Por envolver así mí corazón y mi cerebro
    Con una mortaja vaporosa y en una tumba baldía.

    En esta inmensa llanura donde el austro frío sopla,
    Donde en las interminables noches la veleta enronquece,
    Mi alma mejor que en la época del tibio reverdecer...