• Un ratoncito pequeño,
    sin malicia todavía,
    al despertar de su sueño,
    se sentó en su cuarto un día.

    Delante del agujero
    sentado un gatito estaba
    y con tono zalamero
    así al ratoncito hablaba:

    —Sal, querido ratoncillo,
    que te quiero acariciar,
    te traigo un dulce exquisito
    que te voy a regalar.

    —Tengo un azúcar muy buena,...