• Una abadesa, en Córdoba, ignoraba

    que en su convento introducido estaba

    bajo el velo sagrado

    un mancebo, de monja disfrazado;

    que, el tunante dormía,

    para estar más caliente,

    cada noche con monja diferente,

    y que ellas lo callaban

    porque a todas sus fiestas agradaban,

    de modo que era el gallo

    de aquel santo y purísimo...