¡ Dos alas…quién tuviera dos alas para el vuelo…!
Ésta tarde, en la cumbre, casi las he tenido.
¡Desde aquí veo el mar, tan azul, tan dormido,
que si no fuera un mar, bien sería otro cielo…!
Cumbres, divinas cumbres, excelsos miradores…
¡ Qué pequeños los hombres! No llegan los rumores
de allá abajo, del cieno: ni el grito horripilante
con que aúlla...