• HUNDIDO en el ocaso
    El sol tras de los montes;
    No ver sinó tinieblas
    Y negros horizontes;
    No oír del ave amante
    Los tímidos murmullos,
    Ni notas, ni armonías,
    Ni plácidos arrullos.
    Sinó ansias, tedio, enojos,
    En malestar atroz,
    Eso es no ver tus ojos.
    Eso es no oír tu voz.