¡Oh, qué dulce canción! Límpida brota
esparciendo sus blandas armonías,
y parece que lleva en cada nota
¡muchas tristezas y ternuras mías!
¡Así hablara mi alma... si pudiera!
¡Así dentro del seno,
se quejan, nunca oídos, mis dolores!
Así, en mis luchas, de congoja lleno,
digo a la vida: «¡Déjame ser bueno!»
Así sollozan todos mis amores!...