¡Cuántas vivas antorchas apagadas
en cuatro lustros de dolor apenas!
¡Cuántas flores fragantes deshojadas,
del cauce de mi vida en las arenas!
Casi todos: mis padres, mis hermanos
y mis amigos, duermen so la tierra;
ya no siento el contacto de sus manos!
La sima de la tumba… los encierra!
De sus queridas y vibrantes bocas,
no escucho ya...