• Deja la plaza pública al fariseo, deja
    la calle al necio y tú enciérrate, alma mía,
    y que sólo la lira interprete tu queja
    y conozca el secreto de tu melancolía.

    En los brazos del Tiempo la juventud se aleja,
    pero su aroma nos embriaga todavía
    y la empañada luna del Recuerdo refleja
    las arrugas del rostro que adoramos un día.

    Y todo por vivir...