•     Inmóvil duerme el agua del estanque aceituna
    bajo las melodiosas cúpulas florecidas,
    y, como Ofelia en Hamlet, va el cuerpo de la luna,
    inerte, sobre el lecho de las ondas dormidas...

         Las dos... soñando en Ella, por la avenida voy...
    mis brazos la presienten y mi labio la nombra...
    ¡Inútil idealismo! ¡si únicamente soy
    una sombra que busca...

  • Los húmedos myosotis de tus ojos
    sugieren claros lienzos primitivos
    con arcángeles músicos de hinojos
    y santas de los góticos motivos.

    Copiaron esos místicos sonrojos
    los ingenuos maestros primitivos
    y dieron los myosotis de tus ojos
    a sus Evangelistas pensativos...

    Virgen de las polícromas vidrieras,
    los zahumerios y los lampadarios:...

  • Encerré mi dolor en la celda
    más secreta y oscura de mi alma;
    y, avizor centinela, a su puerta
    mi orgullo velaba.

    Salí... De mi huésped ninguno
    sospechó tras mi irónica máscara;
    mas te vi: y al instante el recluso
    escapóseme en lágrimas.

  • Eres como esos paisajes
    en donde la Luna enreda,
    sobre los quietos ramajes,
    su blanco vellón de seda.

    Tu amor, que me da la vida,
    tiene la gracia discreta
    de una lágrima escondida
    en un cáliz de violeta.

    Por exceso de pasión,
    después de que te he besado,
    se queda mi corazón
    igual a un cielo estrellado.

    Bajo la urdimbre...

  • Está Lisete, la Infantina,
    cerca del mar,
    escuchando la sonatina
    crepuscular.

    Y una azafata dice: Dueña
    te contaré
    una leyenda, alba risueña,
    que yo me sé.

    Responde la niña con leve,
    dulce mohín,
    y ya impaciente mueve el breve,
    rojo chapín.

    —El viejo Rey de la Isla de Oro
    poseía
    un rubio y cándido tesoro...

  • Tú —cuyo amor ha sido como un lecho de plumas
    para mi corazón, en las difuntas horas
    o como un sol de invierno que ha dorado mis brumas—
    ángel anunciador de las nuevas auroras,

    mientras la lluvia pone su vaho en las vidrieras,
    hablemos en voz baja de los muertos queridos,
    y se abrirán las rosas de las falsas primaveras
    a la débil penumbra de los...

  •     Marcha la luna trágica entre nubes de gasa...
    sin que nadie las toque se han cerrado las puertas...
    El miedo, como un lobo, pasea por la casa...
    se pronuncian los nombres de personas ya muertas...

        El abuelo las lámparas, por vez octava, prende...
    se iluminan, de súbito, semblantes aturdidos...
    Es la hora en que atraviesa las alcobas el duende
    ...

  • Rugió el lascivo mar a la manera
    de un sátiro de barbas temblorosas,
    al poner tu presencia en la ribera
    su gracia peculiar sobre las cosas.

    Joyas raras y sedas olorosas
    prestigiaban tu dulce primavera
    y al deshojarse tus palabras era
    cual si estuvieran deshojando rosas.

    Hubo un silencio de éxtasis en todo...
    el mar violento suspiró a su...

  • Cuando retornas, divina Primavera,
    solloza el alma presa en su dolor cobarde...
    Y una voz fresca y pura dice en mi oído: ¡Espera!
    Y una voz melancólica grita en mi pecho: ¡Es tarde!...

    En piélagos de duda boga mi pensamiento.
    ¿Y qué hallaré —suspira— tras la dura jornada?
    De la voz fresca y pura no percibo el acento
    y la voz melancólica grita en mi...

  • Está en el bosque, sonrosada,
    la luna de la madrugada.

    El negro bosque rememora
    lo que miró desde la aurora:

    Se recuerda, temblando, una hoja
    del lobo y Caperuzita Roja;
    del aúreo son del olifante
    del Rey de barbas de diamante
    habla la eufónica espesura
    donde claro eso perdura;
    cuenta el césped que fuera alfombra
    al paso de...