Eduardo Asquerino

  • ¡Ay! ¡qué aroma embalsamado,
    y qué armonioso concento,
    y qué susurro acordado
    al claro espacio alborado
    lleva en sus alas el viento!

    ¡Salve, ciudad de las flores!
    que hasta olvidé mis dolores
    en tus eternos pensiles;
    ¡Eden de los Irasfiles,
    ...

  • Ved sus soberbios caudales:
    Como plateadas centellas
    Los impetuosos raudales
    En guirnaldas de cristales
    Van á bordar las estrellas.

    O brotando confundidos
    Entre lirios y abedules,
    Van por las auras mecidos,
    Arcos de perlas perdidos
    En los...