¿Qué dirás esta noche, pobre alma solitaria,
Qué dirás, corazón mío, corazón otrora marchito,
A la hermosísima, a la buenísima, a la carísima,
Cuya divina mirada de pronto te ha reflorecido?
—Emplearemos nuestro orgullo entonando sus loas,
Nada vale la dulzura de su autoridad;
Su carne espiritual tiene el perfume de los Ángeles,
Y su mirada nos reviste con un manto de claridad.
Que así sea la noche y en la soledad,
Que así sea en la calle y entre la multitud,
Su fantasma en el aire danza como una antorcha.
A veces él habla y dice: "Soy bella y ordeno
Que por el amor mío no améis más que lo Bello;
Yo soy el Ángel guardián, la Musa y la Madona".