Le di al pingo una ración,
y me enbitó don Miguel
a que saliese con él
pa yebarme a una riunión,
en la cual nuestra openión
diba a tratar ese día,
que de votar se astendría
por no poder consentir
el modo ruin de cumplir
que la otra gente tenía.
Seguimos nuestro camino
y parao en una puerta
vi a un gefe de cara tuerta
que al olorcito se vino;
nos preguntó si al Casino
nos pensábamos yegar,
y si era para ayudar
a firmar en la protesta,
nos iba a salir la fiesta
media cara en el pagar.
Ño Miguel aunque es viejaso
nunca pulgas aguantó,
y al gefe le retrucó
que dejara libre el paso,
pues tal vez yegase el caso
que algún barato le diese
para que ansina aprendiese
a no meterse y compadre.
Juera a... mo... ler a su madre
y en ello se entrotubiese.
Y al oír retruque tan fiero
sin más espera templó,
y asigún recelo yo
no le agradó el entrevero,
tal vez este raja cuero
lo vido de refilón,
y habrá dicho con razón;
«quien carga tal tararira,
si me descuido, me estira
sin la menor compasión.»
Y no creyendo sigura
la milonga comensada,
fue a comprar otra parada
juyendo a la sepoltura.
BALIENTE
Qué diantres de coloraos,
siempre nos han de buscar.