Siempre querido me fue este yermo cerro y este cerco que tanta parte del último horizonte la mirada excluye. Mas, sentado y mirando interminables espacios de allá lejos, sobrehumanos silencios y su hondísima quietud, me quedo enmimismado hasta que casi el corazón no teme. Y como el viento cuyo tráfago escucho entre las hojas, a este silencio sin fin esta voz voy comparando, y me acuerdo de lo eterno y de las muertas estaciones y la presente y viva, y sus sonidos. Así a través de esta inmensidad se anega el pensamiento mío; y naufragar me es dulce en este mar.
El infinito
Collection:
1818
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