Se diría tu mirar por un vapor cubierto;
Tu pupila misteriosa (¿es azul, gris o verde?)
Alternativamente tierna, soñadora, cruel,
Refleja la indolencia y la palidez del cielo.
Tú recuerdas esos días blancos, tibios y velados,
Que hacen fundirse en lágrimas los corazones hechizados,
Cuando, agitados por un mal desconocido que los tuerce,
Los nervios demasiado despiertos se burlan del espíritu que duerme.
Te asemejas a veces a esos bellos horizontes
Que iluminan los soles de las brumosas estaciones...
¡Cómo resplandeces, paisaje humedecido
Que inflaman los rayos cayendo de un cielo encapotado!
¡Oh, mujer peligrosa, oh seductores climas!
¿Adoraré también tu nieve y tu escarcha,
Y, lograré extraer del implacable invierno
Placeres más agudos que el hielo y el hierro?